Herido siempre
he marchado sobre caminos de esperanza,
he querido mantener una quimera
¡ah!, tan solo Dios sabe de mi silencio.
A todo cuanto llego para existir,
mi mano tiembla:
el amanecer es una eterna recompensa.
¡Cuánto palpita!, ¿Qué importa?
He amanecido llorando
desde siempre
José Francisco Ortiz Morillo. Bajo Esta Soledad (1972)
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